Alguien dijo en algún lugar que la gente de mar somos peculiares, avispados y ansiosos, al mismo tiempo somos reservados y conservadores como los de tierra adentro.
Afables, socarrones y curiosos, nos gustan los contrastes, comemos pollo con langostinos, carne de cerdo con ciruelas. Alternamos desaforados carnavales con protocolarias ceremonias religiosas; somos liberales por tradición y por tradición también, conservadores.
De naturaleza escéptica y un poco desconfiados de carácter, guardamos siempre las distancias, pero cuando nos parece otorgamos con la mirada y la palabra justa una amistad de tal solvencia que ni los años ni las palabras le quitarán nunca ni una gota de solidez.
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