La idea de que hay un tipo de personalidad más adaptado a las situaciones problemáticas, aparece por primera vez en la literatura científica en 1972. Kobasa y Maddi, desarrollan este concepto al estudiar a personas que hacían frente a situaciones estresantes de forma eficaz.
Si bien dichas personas tienen características muy diversas, se ha llegado a identificar tres ejes principales.
Compromiso. Las personas que viven mejor los momentos difíciles son aquellas que perciben un sentido en su vida. Esto les lleva a comprometerse en su propio desarrollo personal y en acciones sociales de diverso tipo.
Control o aprendizaje. La sensación de comprender el porqué de las situaciones, de poder dar una explicación tanto a nivel intrapersonal como externo, ayuda a sentir que se puede hacer algo para modificar-las. Esto proporciona una sensación de control positivo.
Reto. Cuando se comprende que la vida es una sucesión de cambios y que no podemos pretender detener el cambio, se adquiere una flexibilidad interior que facilita el vivir nuevas experiencias. La persona relativiza más fácilmente.
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