sábado, 27 de abril de 2013

Pensar y sentir


Cuando estás enfadada, ansiosa, cansada, enferma o deprimida, tu cerebro incrementa automáticamente tu sensibilidad al dolor. Lo que normalmente te molesta, te molesta todavía más. Es algo parecido a lo que te pasaba de niña cuando sabías que iban a castigarte -tu miedo hace que te tenses, empieza a dolerte y dejas de respirar antes incluso de que te castiguen-. ¡El miedo y la ansiedad te producen imágenes negativas que lo único que hacen es aumentar tu gran dolor, la frecuencia con que aparece y su larga duración!
Si te centras en pensamientos e imágenes positivas mientras relajas tu respiración, tu dolor disminuirá, aumentará tu bienestar y contribuirás a curar tu problema.
Los pensamientos negativos no sólo aumentan la sensibilidad al dolor, sino que también causan dolor porque aumentan la tensión muscular. Los sentimientos de miedo, ira o ansiedad tienden a aumentar la tensión muscular de la cara, la cabeza y la espalda. Esto colapsa las articulaciones y sobrecarga los músculos, agravando el dolor.

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