Se puede habitar el planeta de una manera consciente, menos ciega, menos sorda.
Entendiendo que vivimos juntos, en un nosotros. Asumiendo de forma activa y pragmática nuestra responsabilidad como ciudadanos del mundo. Sin eludir el compromiso moral de compartir los regalos de la inteligencia, la salud y la bondad.
Hemos aprendido a trabajar por el bien propio, de nuestra familia y de nuestra nación, pero es necesario hacerlo también por el de la humanidad. Nadie puede hacerlo todo pero todos podemos hacer algo: cuidar el mundo persona a persona, empezando por poner atención en los hombres y mujeres con los que vivimos.
La ayuda lúcida, desinteresada, es un privilegio que desarrolla nuestra calidad humana. Cada acto bondadoso nos incumbe, es una pequeña contribución a la paz y al futuro. Nos une y a la vez nos libera, nos hace estar en nosotros fuera de nosotros, sin esperar recompensa, sin que nos sintamos obligados. Por pura amabilidad.
Hacer de la Tierra un lugar mejor depende de que nos importen los otros, esos que llamamos nuestros semejantes y que son más bien nuestros iguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me interesa tu opinión, gracias por tu comentario.