La libertad no es hacer lo que "viene en gana" en cada momento: eso supondría, más bien, que la persona se encuentra sometida al antojo. El ejercicio de la libertad implica capacidad de proponerse metas. Una libertad sin compromiso vendría a ser como un taxi vacío. No está sometido a nadie, pero no cumple su objetivo de servir a los ciudadanos, a la vez que gana dinero. Un taxi sin pasajero -y sin deseos de tenerlo- es una lamentable situación. Su conductor dirá que "va donde quiere", pero acaba por no saber "lo que quiere", ya que ni siquiera es capaz de respetar el fin para el que comenzó su recorrido. Quien no sabe a dónde va, no será capaz de encontrar el camino adecuado.
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