Podríamos decir que la Educación actual no considera el niño como individuo emocional, sino que se centra en la dimensión estrictamente intelectual. Basta echar un vistazo al abanico de asignaturas que aprenden los niños en la escuela, muy útiles para formarlos como individuos eficientes e integrados en nuestra sociedad, pero que obvian lo que tiene relación con lo que siente el niño o la niña, como lo oye, y cómo podría expresarlo de forma responsable y constructiva. Lo que tenemos ahora son niños y niñas con la cabeza llena de conocimientos e información, a menudo no muy útil, pero incapaces de gestionar su propia frustración ni reconocer el conjunto de emociones que experimentan.
Ahora bien, cómo pretendemos educar a nuestros niños en la dimensión emocional, si ni siquiera nosotros somos capaces de gestionar nuestras propias emociones de forma sana y responsable?
Qué sentido tiene que tratemos de enseñar a los niños que se acepten y expresen sus emociones si muchos de nosotros no somos capaces de hacerlo?
Qué tipo de educación emocional transmitimos si dividimos el espectro de las emociones entre positivas y negativas, y enseñamos que unas son las que hay que cultivar, mientras que las otras más vale evitarlas?
No fomentamos así que los niños acaben desarrollando rechazo e incomodidad hacia una parte de ellos mismos?
Ahora bien, cómo pretendemos educar a nuestros niños en la dimensión emocional, si ni siquiera nosotros somos capaces de gestionar nuestras propias emociones de forma sana y responsable?
Qué sentido tiene que tratemos de enseñar a los niños que se acepten y expresen sus emociones si muchos de nosotros no somos capaces de hacerlo?
Qué tipo de educación emocional transmitimos si dividimos el espectro de las emociones entre positivas y negativas, y enseñamos que unas son las que hay que cultivar, mientras que las otras más vale evitarlas?
No fomentamos así que los niños acaben desarrollando rechazo e incomodidad hacia una parte de ellos mismos?
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