Las cosas no siempre acaban bien o no siempre cumplen las expectativas previas. Pero, ¿significa eso que han acabado mal? Los acontecimientos, en sí mismos, son neutros. Cuando contrarían las propias expectativas suelen etiquetarse como "malos", o incluso como "peores" si la brecha entre lo que se espera y la realidad resulta excesiva. Sucede así tanto con los reveses y las dificultades cotidianas como con las situaciones más traumáticas aunque, desde luego, estas últimas nos afectan de una manera más brutal y, sin duda, son mucho más difíciles de manejar.
Pero sea cual sea la intensidad de la circunstancia adversa, toda dificultad nos pone a prueba, obliga a ser creativa, a agudizar los sentidos, a volver la mirada hacia dentro en busca de los propios recursos y de las habilidades escondidas, unas veces para sentirse mejor, otras, simplemente para sobrevivir.
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