La vida de cada persona tiene, al igual que la evolución de cualquier grupo humano, pareja, familia, país o sociedad entera, una impredecible pero inevitable alternancia de altos y bajos.
Momentos de esplendor que quisiéramos eternizar, imbricados con otros de dolor o de zozobra que tememos no superar nunca.
El bienestar idealizado no consiste en procurarse solamente momentos de gloria y realización sino en conocer esta alternancia y aprender a vivir en ella, no con ella, sino en ella.
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