La adicción al trabajo, como otras adicciones, es intergeneracional. Muchas de nosotras la aprendimos de nuestros padres y madres en casa, y no podemos siquiera imaginar otra manera de ser en el mundo. El trabajo era lo fundamental antes que ninguna otra cosa en nuestros hogares y para nuestras familias. Sólo podíamos relajarnos y atender nuestras necesidades personales cuando habíamos acabado las tareas domésticas y la casa estaba en orden. Y cuando todo estaba hecho, ya estábamos demasiado cansadas para cualquier cosa. La limpieza estaba cercana a la bienaventuranza, y ésta parecía a veces estar muy lejos.
El trabajo siempre estaba vinculado a las necesidades de la vida, a salir adelante, y estos ideales justificaban cualquier cosa, incluso la conducta inhuma y cruel en la familia.
Aprendimos nuestras lecciones muy bien, y ahora tenemos la oportunidad de romper la cadena intergeneracional de adicción al trabajo. Tenemos la oportunidad de ser diferentes. Tenemos otras oportunidades de elegir.
Bienvenida, me alegro de que hayas vuelto a escribír. Muy bueno el post.
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