Un león medio muerto de hambre, al ver que le era muy difícil correr por los riscos donde triscaba la cabra, iba subiendo poquito a poco detrás de ella.
Pronto se dió cuenta que le era del todo imposible llegar hasta dónde estaba la cabrita. A lo lejos, le dijo palabras halagadoras para invitarla a pastar juntos la fresca hierba de la pradera.
- Dime, por qué habitas en esos lugares secos y sin frutos, buscando alimento en esas peñas altas? Deja esas rocas peladas y estériles -le decía el león - y baja a los prados verdes donde vivo yo, amiguita mía! Y podrás comer hierbas de diferentes especies y flores con gran abundancia y alegría.
La cabra, reflexionó si era un buen consejo para ella, ya que es sabida la natural enemistad y contrariedad que existe entre el león y la cabra, cosa que provocó que no creyera al león.
- Tienes toda la razón -le respondió la cabra- lo haré con mucho gusto; pero cuando tú ya estés bien lejos de estos parajes.
Moraleja de esta fábula:
No escuches los consejos de quien sabes que es tu enemigo, aunque te prometa glorias.
No escuches los consejos de quien sabes que es tu enemigo, aunque te prometa glorias.
Esto, esto tan fácil. ¿Cuántas veces habremos cometido el error de bajar a la pradera? Millares. Me encantan las fábulas, tan sencillas y a la vez tan reales.
ResponderEliminarSí, que fácilmente nos halagamos por nuestro enemigo cuando nos dicen palabras bonitas, piropos, y nos ofrecen algo que parece un regalo. Y resulta que luego el regalo tenía sorpresa...
ResponderEliminarUn abrazo Igor.